martes, 24 de julio de 2018

Después de todo, siempre tendremos New Orleans...

"Touch me, take me to that other place..."


Beautiful day, de U2, del disco All that you can't leave behind


¿Cuántos personajes tan icónicos como Blanche DuBois y Stanley Kowalski existen en la historia del cine y el teatro?

Se me ocurren pocos... además, llevarlos con la maestría que fueron llevados a la pantalla y el escenario como lo hicieron en su momento Vivien Leigh y Marlon Brando los vuelve uno de los grandes papeles que a la gran mayoría de los actores del mundo les encantaría interpretar en algún momento de su vida.

¿Qué hace de estos dos personajes algo tan especial? Definitivamente la forma en la que fueron concebidos por su autor, el gran y único Tennessee Williams, quien partió de un par de ideas sencillas para convertirlos en 2 seres profundamente complejos y apasionantes.

Por un lado, tenemos a una de las hermanas DuBois en escena. Blanche es una maestra que, básicamente, está loca. Su necesidad de ser el centro de atención en todos los sentidos la vuelven un ser vulnerable ante los espectadores. Y mientras transcurre la obra vamos conociendo sus más profundos secretos y todo lo que en realidad ocurrió en su vida antes de llegar a New Orleans.

Y por el otro, tenemos (como lo mencionó uno de mis amigos en Facebook) al "monumento al chacalón". Stanley Kowalski es un cabrón en toda la extensión de la palabra. Un macho que no deja que su mujer respire si él no lo permite. Y mientras su nada querida cuñada llega a vivir a su casa, este hombre que no se deja impresionar por una dama hace de las suyas de las maneras más crueles que nos podemos imaginar.

Lo que ofrece, a mi manera de ver, Un tranvía llamado Deseo (A streetcar named Desire, 1951) no lo ofrece ninguna otra puesta en escena ni película que haya visto.

¿Por qué me gusta tanto? Porque el texto está lleno de puntos que van perfectamente hilados para formar un círculo al que no se le escapa nada. Cada diálogo, coma, punto y acento tienen una razón de ser, y si amén de esto pones a la cabeza del reparto a 2 actores extraordinarios, se puede convertir en una pieza artesanal de museo para ser admirada hasta el final de los tiempos.

Un tranvía llamado Deseo es poderosísima, una de esas joyas que ven la luz cada 50 o 100 años, y que puede cambiar la vida de un espectador para siempre.

Vivien Leigh está maravillosa como Blanche. Esta debe ser la mejor actuación de su carrera, que a pesar de que no hizo mucho cine dio vida en 1939 a uno de los personajes más icónicos de la historia del séptimo arte: nada más ni nada menos que a Scarlett O'Hara, la protagonista de Lo que el viento se llevó.

¿Y qué decir de Marlon Brando? Su Stanley Kowalski es, junto a Vito Corleone, el papel que lo marcaría de por vida lanzándolo al estrellato instantáneo, por lo cual es considerado por muchos de los expertos del cine como el mejor actor de la historia.

¿Por qué decidí escribir esto después de mil veces que la he visto? No lo sé, simplemente reflexioné sobre lo mucho que me ha tocado esta historia y cómo, con el paso de los años, se ha logrado posicionar como mi obra de teatro favorita, así como una de las películas obligatorias en mi colección.

Uno de mis grandes fallos teatrales es nunca haberla visto en vivo. La he visto filmada en diversas ocasiones y la película prácticamente la conozco de memoria, pero en vivo nunca. Un par de ocasiones ha sido montada en México desde que conozco el texto, pero los elencos con los que se ha montado me han hecho resistirme a verla.

Ojalá y algún día se monte en serio en nuestro país para que todo el mundo la voltee a ver y descubra la JOYA SUBLIME que es este texto.

¡Gracias a mi abuela por haberme presentado esta historia cuando era muy niña!



lunes, 16 de julio de 2018

Cuando un error se convierte en un acierto...

"Que yo no me parezco a él, ni a él ni a nadie..."



No me compares, de Alejandro Sanz, del disco La música no se toca


No soy fan del cine LGBT...

Sí, sé que suena extraño (sobre todo viniendo de una persona que "se podría decir" pertenece a dicha comunidad), pero me parece que las películas de temática gay son muy superficiales y poco sustanciosas.

La gran mayoría se quedan siempre en lo mismo, y es por esto que casi no suelo ver cine de este tipo.

¿Qué es Desobediencia (Disobedience, 2017)? Es un firme y atinado retrato de una pareja de 2 mujeres (Rachel Weisz y Rachel McAdams), quienes de jóvenes tienen un amorío en la muy cerrada comunidad judía inglesa a la que pertenecen. Una de ellas (Weisz) decide que la vida encerrada (en todos los sentidos) que le brinda esa comunidad no es lo que ella quiere, así que opta por emigrar a Nueva York donde es una prestigiosa fotógrafa; mientras que la otra (McAdams) se da cuenta que ella no podría vivir en otro lugar del mundo que no sea ese sitio, sin importar las reglas que tenga que seguir.

Ronit (personaje de Weisz) regresa a Londres por la muerte de su padre y se reencuentra con Esti (McAdams), a quien encuentra casada con un  novel rabino que resulta ser su mejor amigo de la infancia. Al reencontrase, se dan cuenta que siguen profundamente enamoradas una de la otra.

¿Cuál fue el error que cometí al verla? LA COMPARÉ. Sí, la comparé con la vara que mido todas las películas gays que he visto recientemente, Carol (Carol, 2015), la cual considero es la mejor cinta de temática homosexual que he visto en toda mi vida.

Gran error, sí, porque Desobediencia es un ente aparte que deambula por las producciones de este tipo, no sólo por su fina hechura que la hace completamente distinta a muchas producciones de corte homosexual que he visto, sino también por sus muy sólidas y conmovedoras actuaciones de sus 2 protagonistas femeninas.

La primera vez que vi Desobediencia fue hace algunas semanas con mi cuñada. A ella le gustó mucho, yo posiblemente iba predispuesta por este extraño sentimiento que tengo hacia éstas películas (y que ya manifesté en los primeros párrafos), pero me pareció una más del montón.

Algo sucedió, no sé exactamente qué fue, pero la película seguía resonando en mi cabeza...

Pasaron varios días e incluso algunas semanas, pero decidí darle una nueva oportunidad. ¿Qué encontré esta vez? Una bella y perfecta manufactura cinematográfica que funciona como un simple pero a la vez complicado engranaje que me movió muy cañón, incluso hasta un punto en el que Carol no logró moverme.

Todas y cada una de las escenas son electrizantes, y la química entre ambas protagonistas hace que te sientas parte de su cruel, conmovedora, pero sin lugar a dudas hermosa historia de amor.

Desobediencia es poderosa en muchos sentidos. Sus silencios y explicaciones sencillas hablan por ella misma volviéndola una profunda pieza de arte que me alteró los sentidos no por ser lesbiana, sino por ser un SER HUMANO.

Da gusto ver a una experimentada Rachel Weisz meterse en un terreno desconocido para ella en muchos sentidos, formando parte de este complicado rompecabezas no sólo como protagonista de la película, sino también como productora.

Da gusto también ver a una actriz como Rachel McAdams ser fiel a un camino que no ha dejado desde To the wonder, mientras toma decisiones que (para mi gusto) la hacen ver como una de las actrices más complejas y arriesgadas de su generación. Es increíble ver a esta mujer haciendo de un icono de la cultura pop como es Regina George en Mean girls hasta este punto de su carrera, en el cual vale más para ella contar historias interesantes que ser una cara bonita (lo cual también es, ¡Y MUCHO!).

Y por último, da igual gusto ver a una nueva generación de cineastas latinoamericanos haciendo su debut cinematográfico en inglés como Sebastián Lelio, a quien afortunadamente sus éxitos como Una mujer fantástica y El año del tigre le han dado la madurez intelectual para tomar decisiones acertadas a la hora de aceptar proyectos.

¿Qué pasa cuando juntas a estos 3 realizadores del séptimo arte? Una cinta de culto que nadie se puede perder.

Ahora sólo me queda digerir el profundo amor que puedes llegar a sentir por alguien, no importando si es hacia un hombre, una mujer, o hacia una cinta que hace que cambies la forma en la que ves las cosas.

¡Ese es el poder del buen cine, damas y caballeros!